Presentación Dra. Verónica Molina, Doctora en Oceanografía de la Universidad de Concepción, Académica del Departamento de Biología de la Facultad de Ciencias Naturales y Exactas e Investigadora del HUB Ambiental UPLA de la Universidad de Playa Ancha.
Una nueva sesión de las conversaciones de Ciencia para la Ciudad abordó la educación ambiental en torno a los humedales y cómo se puede utilizar estos espacios como herramienta de enseñanza. En ese sentido, la invitada Verónica Molina, Doctora en Oceanografía e investigadora del HUB Ambiental de la Universidad de Playa Ancha, indicó que darle espacio y buenas condiciones a los humedales para que se desarrollen es una forma de llamar la atención y motivar a la ciencia.
Desde el punto de vista científico se hace un esfuerzo por conocer en profundidad este cuerpo de agua. Son más de 800 cuerpos de agua asociados a humedales en la región de Valparaíso y aprender a conocerlos y valorarlos es fundamental, ya que, además, permite entender los servicios que nos prestan.
Los humedales son cuerpos terminales y tienen un rol geológico, climático y también de gran intercambio de energía y nutrientes con el océano. Los humedales funcionan como zonas de gran biodiversidad y ciclos de vida de organismos marinos, los que se ven alterados cuando se cierran esas barras para darles otros usos. Molina asevera que (los humedales) “son sistemas que geológicamente terminan secándose o muriendo y nosotros hemos ido acelerando estos procesos, estamos gatillando consecuencias. Generar nuevos humedales se puede hacer y ayudan a generar una serie de servicios que nos prestan”.
Actualmente en muchos lugares se considera a los humedales como un sumidero de desechos, como el caso del estero de Laguna Verde, donde sanitarias vierten aguas tratadas, con sobre explotación de sistemas naturales a tal nivel que algunos ya no dan abasto.
La experta mostró iniciativas interesantes que se están realizando en Concón y Mantagua; en este último caso, explicó cómo fortaleciendo Mantagua, se puede hacer restauración en torno a los humedales costeros del Aconcagua, ya que es fuente para que comunidades para que puedan migrar y mantenerse.
En la región de Valparaíso, los humedales prestan servicios en zonas rurales y la región tiene varias cercanas, como Laguna Verde y Quebrada Verde. Universidades en Quebrada Verde han trabajado en planes para conocer la biodiversidad, hacer educación ambiental y mantener el sitio lo más cuidado posible, un buen ejemplo de colaboración entre las grandes universidades de la región.
En el caso de Laguna Verde se ha generado programas de participación a través de ministerios, iniciativas independientes y apoyo a comunidades para conocer la calidad del agua que están consumiendo, ya que son zonas que dependen de pozos para tener agua y estos pozos se han salinizado.
La científica destaca las buenas noticias, “no siempre se requiere una gran extensión para aportar a estos procesos que son a nivel global. Se piensa que un humedal muy pequeño, un abrevadero por ejemplo, podría tener efecto asociado muy menor. Se ha visto en investigaciones, por ejemplo, en humedales alto andinos, que estos pequeños sistemas logran tener un aporte significativo como sumidero de gases de efectos invernadero, si se suma los aportes de esos cuerpos de agua ”.
“Valparaíso y Viña están llenos de vertientes, se podría generar pequeños humedales trasplantando especies, pero es fundamental el manejo del agua. Las aves llegan rápidamente a colonizar, al igual que los microorganismos”, agrega.
Los microorganismos en los humedales
Uno de los organismos fundamentales en toda la cadena de vida y muchas veces no valorados por ser invisibles al ojo humano son los microscópicos, presentes ampliamente en los humedales y que tienen un rol climático y regulador; están asociados a olores porque en los humedales ellos reciclan la materia orgánica y producen gases, pero también consumen gases de efecto invernadero. Así, la experta enfatiza en que “si impedimos que ocurran estos procesos, al quietarles el agua, se va generando consecuencias negativas, se rompen procesos bioquímicos que son fundamentales para el ecosistema”.
Asimismo, advierte que “organismos más grandes pueden desplazarse, pero el problema mayoritario son organismos que no se pueden mover, se pierden interacciones y tiene efecto dependiendo de las corrientes y cambia la dinámica de sedimentación de los sistemas, con la consecuente desaparición de playas o el problema opuesto”.
Conocer la biodiversidad microbiana o microbioma de los humedales costeros es posible gracias a técnicas moleculares. Gracias a un proyecto realizado en conjunto entre la UPLA y colegas de la Pontificia Universidad Católica, se hizo una caracterización de 24 humedales desde Coquimbo a Valparaíso y se pudo apreciar la altísima diversidad y los cambios de humedales que están asociados a zonas urbanas; se nota a nivel de microorganismos que son benéficos, fundamentales y básicos para procesos de captura de CO2 y cómo inciden en el reciclaje de gases de efecto invernadero. Existen comunidades que parecen ser típicos de estos ambientes y eso brinda un sentido de urgencia a la necesidad de conservar, porque los microorganismos no solo reciclan la materia orgánica que es utilizada por otros organismos, sino que hay microorganismos que son capaces de producir compuestos anticancerígenos y un sinfín de otras aplicaciones que se pueden obtener gracias a ellos.
Finalizó enfatizando que “es un problema bastante más holístico que el tener un ecosistema bello, sino entender que somos parte de ese ecosistema. Debemos preguntarnos qué ciudad debemos querer”.