¿De dónde sacaremos el agua del futuro?

0 Shares
0
0
0

Sebastián Crespo, Investigador de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV), realizó una presentación en Ciencia para la Ciudad, donde aborda la importancia de la preservación de los glaciares, glaciares rocosos y zonas de recarga de las aguas subterráneas.

¿De donde sale el agua de nuestras ciudades?

Paulatinamente las aguas las hemos obtenido desde el medio natural, primero desde ríos, quebradas y pozos, luego desde embalses construidos ex profeso como el Lago Peñuelas. Las sequías de la secada del 60 (fundamentalmente 1968), obligaron a construir un gran proyecto de aducción de agua desde el sector de las Vegas en Llay-Llay, a 95 Kilómetros del centro de consumo, desde un acuífero a 40 metros de profundidad.

Los cambios en los regímenes de recarga de esos acuíferos y las sequías recurrentes nos obligan a plantear la pregunta, ¿de donde sacaremos el agua a futuro?

De acuerdo con la tendencia seguiremos gravitacionalmente buscando el agua “aguas arriba”, o sea, directamente en la cordillera de los Andes.

¿Cuánto sabemos de las aguas que abastecen nuestras fuentes de agua? ¿Podemos asegurar el agua a futuro?

En la investigación “Where does the Chilean Aconcagua river come form? Use of natural tracers for water genesis chacacterization in glacial and periglacial enviroments -de los investigadores Sebastián Crespo, Céline Lavergne, Francisco Fernandoy, Ariel Muñoz, Leandro Cara y Simón Olfos-Vargas y publicada el 25 de septiembre de 2020 en su versión definitiva- los expertos abordan la importancia de la preservación de los glaciares, glaciares rocosos y zonas de recarga de las aguas subterráneas.

En su estudio, el grupo de científicos liderados por Crespo, nos entrega alarmantes datos acerca del uso del agua en Chile, ya que establece que en la región central y norte del país existe una sobre explotación de agua, desde la oferta natural que nos la dan las precipitaciones respecto de la demanda social que se ejerce desde las ciudades y el campo.

Establece que la sociedad se alimenta mayoritariamente del agua que cae en la cordillera en forma de nieve, precipitaciones que se presentan ata variabilidad por efectos del cambio climático y forzantes como “El Niño”.

En un año normal a nevador, la oferta normal de la nieve mayormente alcanza para abastecer la demanda y recarga los acuíferos, pero en años secos se debe salir a extraer más agua. En años secos, cuando nieva muy poco, el caudal cae, pero no en tanta cantidad como se esperaría si sólo se recargaran los ríos por las precipitaciones y esa amortiguación estaría siendo ejercida por otras fuentes de agua: glaciares, glaciares rocosos y aguas subterráneas.

El gráfico muestra las compensaciones entre nieve y aporte de glaciares.
En la figura se observa como cuando disminuyen las nevadas (línea verde) también disminuyen los caudales (línea azul) pero no tanto como deberían si sólo dependiesen de las precipitaciones. Esa amortiguación es en parte explicada por el mayor derretimiento de los glaciares, como se observa en la pérdida de masa del glaciar de referencia Echaurren Norte (línea roja). Datos para el promedio de los ríos de los Andes centrales (30-37ºS), extraído de Masiokas et al. (2015).

En la estación estival de derretimiento es cuando el río Aconcagua tiene mayores caudales y es cuando más lo necesitamos porque no hay precipitaciones suficientes y hay alta demanda. Allí, el aporte de los glaciares llega a ser hasta del 34% y el de los glaciares rocosos 30% en un ciclo hidrológico seco.

¿Por qué es tan importante la cordillera?

La cordillera constituye una fuente de almacenamiento de agua congelada que nos la entrega cuando más la necesitamos y en la región de Valparaíso, no hay glaciares protegidos.

El glaciar es un río lento, que fluye desde la zona más alta y fría, no se alcanza a descongelar y gana masa (zona de acumulación); en la zona más baja hay mayores temperaturas, se derrite y pierde masa (zona de ablación). Por eso, con el aumento de la temperatura, estos cuerpos congelados se hallan en desequilibrio porque pierde más masa de la que alcanza a recuperar y por ello los vemos retroceder. Si la temperatura aumenta queda menos área de acumulación y así se acelera el derretimiento de los glaciares.

Los glaciares de roca a simple vista parecen no tener agua, pero se trata de agua acumulada dentro de la crioforma. Son un mezcla de hielo y roca (60-40%), donde una parte (la capa activa) se derrite en verano y entrega agua de excelente calidad. Aun cuando se ve la cordillera sin nieve, igual está aportando agua. Los glaciares constituyen buffers en los ciclos secos, ya que los caudales de los ríos en años secos son abastecidos por glaciares, glaciares rocosos y aguas subterráneas entre un 67 y 73%, que evitan que la escasez de agua sea aún peor.

Los modelos dicen que vamos a depender cada día más de los glaciares y, si bien los glaciares rocosos no entregan un caudal fuerte, sí entregan un caudal continuo y de buena calidad de agua. Además, al estar aislados de la atmósfera por una gruesa capa de detritos, son menos susceptibles al aumento de la temperatura, por lo que a futuro cumplirán un rol central en nuestra fuente de agua y, afortunadamente, esta es una de las regiones del planeta con mayor cantidad de glaciares rocosos.

Hay que estudiarlos más, sin lugar a dudas, porque no se puede cuidar lo que no se valora, y no se puede valorar lo que no se conoce. Los glaciares y glaciares rocosos ocupan menos del 1% de la superficie de la región de Valparaíso pero nos aportan más del 60% del agua en años secos, por eso es fundamental la protección de los mismos para un armónico desarrollo regional.

Todo un desafío su estudio y, por cierto, su protección.

0 Shares
Agregar un comentario

Su dirección de correo no se hará público. Los campos requeridos están marcados *

You May Also Like